Estos días santos son para nosotros un libro vivo, lleno de enseñanzas para nuestra propia vida, para enfrentar nuestros sufrimientos, nuestros dolores, las humillaciones y las dificultades como lo hizo Jesús: con un profundo Amor. Qué libertad nos da el saber que Jesús el viernes santo cargó con los pecados que nosotros no somos capaces de cargar, nos liberó de la esclavitud a la cual nos someten nuestras malas opciones, logró lo que nos parece imposible, pero a la vez lo que más anhelamos: borrar, curar, sanar, limpiar las heridas de nuestro corazón. Son las palabras que recordamos en este corto video, que recoge un pasaje de la Primera carta de San Pedro. “Por sus heridas hemos sido sanados”. Cada una de las heridas de Jesús en la Cruz tiene nuestro nombre y el nombre de cada uno de nuestros pecados. Cada una de las gotas de sangre que derramó en este viernes de dolor está lleno de la esperanza del perdón. Tan valiosa es la vida del hombre que costó la propia vida de Dios.
¿Cómo responder a tanto amor?
En primer lugar abriendo los brazos para acoger el regalo de su perdón, dejándonos amar y acoger por su amor y su salvación.
En segundo lugar no dudando nunca más de la grandeza de nuestra dignidad, tan valiosos somos que Dios mismo quiso morir para que vivamos libres. Toda vida humana vale la sangre de Cristo.